El 31 de julio tuvo lugar un Pleno Municipal, cuyo punto más importante era la aprobación de una moción presentada por el alcalde, Francisco Cruz, a instancias del Gobierno de la Nación, para cesar a los funcionarios públicos desafectos con el Régimen y cuyos puestos deben ser ocupados por personas del “Frente Popular en su concepto de legítimos representantes de los guerrilleros que ofrecen su sangre por lavar el oprobio fascista”, como dice textualmente. En la relación presentada suman 28 los depurados, que son sustituidos por otros en menor número que los anteriores, algunos de ellos se ofrecen a cobrar menos y se les sube el sueldo a los nuevos funcionarios más modestos, lo que justifica también sus ceses ya que esto va a suponer una rebaja en las nóminas municipales.
Miembros de los Comités y afiliados a la C.N.T. empezaban a manifestar su asco por los crímenes que se estaban cometiendo. Días después se anuncia que los de la C.N.T. se separan de los marxistas.
A principios de agosto fue ejecutado el Capitán Villalba, después de sacarlo herido del hospital. También mataron al teniente coronel Oliver, el que provocara a la Revolución en Ronda, al intentar hacerse cargo del Ayuntamiento y declarar el Estado de Guerra en la ciudad.
Cada vez llegaban más carabineros, y las muertes diarias, a partir del 8 de agosto, fueron atenuándose tal vez porque éstos hicieron comprender a los dirigentes que la situación se agravaba mucho más con tan horrendos crímenes. Pero pronto pasaron los días tranquilos sin que se matase a nadie. Continuó la sed de sangre y volvieron los temores y el terror de la población que se sentía en el punto de mira.
Se propaga por toda la ciudad rumores de que iban a quemar el Registro de la Propiedad, para que nadie sepa lo que es de nadie. Al Registrador de la Propiedad, García-Mouriño, se lo llevaron el 13 de agosto a la una de la tarde…