Nº 151 MEMORIAS DE RONDA – RONDA EN TIEMPOS DE COLÓN – “1485: Toma de Ronda e inicio del periplo de Colón en la Corte de los RR.CC.” 

Existen dos teorías diferentes en cuanto a la llegada de Colón a la Rábida y, por consiguiente, su estadía en España para llegar hasta la Corte y lograr convencer a los RRCC para que financie su proyecto de llegar a la India por occidente, tras su fracaso con la monarquía portuguesa. Unos dicen que llegó 1483 y otros 1485. Nosotros vamos a seguir esta segunda fecha, inclinándonos por la versión de que fueron siete años los que duró todo este trance hasta llegar a buen puerto, nunca mejor dicho y que, curiosamente, coincide con el tiempo que va desde la Toma de Ronda hasta la caída de Granada: 1485-1492. Periodo preñado para Colón de altibajos desconcertantes, de éxitos y de fracasos, de esperanzas y desengaños, de inquietudes y zozobras.

A partir de ese momento el itinerario de Colón se rige por el propio itinerario regio de estos siete años críticos, siguiendo los movimientos de la Corte a los que Colón se vincula. Queda claro en todo este tiempo que la causa principal de la insólita demora de la negociación colombina en la corte hispana fue la Guerra de Granada. Hasta que no finalizara la campaña contra los moros andaluces, los monarcas, muy escasos de recursos económicos en aquella época, no se mostraban dispuestos a acometer ninguna nueva empresa.

La nota más característica de la actuación de Colón en estos años críticos de su peregrinaje por tierras españolas, como antes por las portuguesas, es la tenacidad pétrea, inasequible al desaliento, de sus designios descubridores. Días tras día, hora tras hora, su indomable voluntad se mueve hacia objetivo que nadie más que él podría alcanzar. Esta perseverancia irreductible en el intento de alcanzar el patrocinio de los reyes para su empresa, salvando todos los obstáculos, desprecios, críticas y contradicciones, que le venían de todos lados, esta tenacidad y convencimiento sobre la autenticidad de su proyecto, hace sospechar que había algo más que no explicaba y, por tanto, encubría, inconmovible ante las burlas de los cortesanos y las objeciones de los hombres de ciencia contemporáneos, unánimes en proclamar la imposibilidad de su empresa transatlántica.

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