Nos quedamos en el episodio anterior en que Colón, tras agotar todos los intentos en Portugal para que apoyaran su proyecto de alcanzar las Indias por el oeste, cruzando el Atlántico, decide intentarlo con España. Tras quedar viudo y acompañado de su hijo Diego llega al convento franciscano de la Rábida en 1483, cerca de Palos de la Frontera, tenía 48 años, solo, con un hijo pequeño y sin dinero. Toca a la puerta pidiendo ayuda, agua y un poco de pan para su hijo.
El convento tenía en sus reglas acoger a cualquier viajero que necesitara alimentación y alojamiento. Y así lo hicieron. Allí habitaban, entre otros franciscanos, fray Juan Pérez y fray Antonio de Marchena. Ambos religiosos acogieron a Colón y a su hijo con cordial solicitud, y al darle hospitalidad oyeron del pedigüeño el objeto que le traía a España. Tuvo suerte Colón con este encuentro, pues no se trataba de dos monjes o personas cualesquiera. Antonio Marchena era astrólogo y Juan Pérez fue confesor de Isabel la Católica. Este encuentro sería providencial, con el tiempo, para llevar a cabo su anhelado proyecto.
Cuando Colón llega a la Rábida, un año antes, Castilla ya estaba inmersa en la Guerra de Granada, que dura diez años, desde 1482 a 1492.
Mientras Colón permaneció en el monasterio de la Rábida y, antes de marchar a Córdoba para procurar entrevistarse con los reyes, se produce la conquista cristiana Alhama (1482), el fracaso de la conquista de Loja (1483), la conquista de Zahara (1483), de Álora y Setenil (1484), Coín y Cártama (1485) … antesala de la primera conquista más ambiciosa y de una de las ciudades más importantes del reino nazarí, la fortaleza de Ronda (1485).