Nº 131 MEMORIAS DE RONDA – La Guerra Civil en Ronda – “El éxodo y la resistencia serrana”.
Tras la caída de Ronda en manos de los sublevados, la margen derecha del valle del Genal quedó en poder de los nacionales y la izquierda en poder de las fuerzas del Frene Popular. San Pedro de Alcántara, primera localidad costera a la que se llega tras atravesar la Serranía, sufre una invasión de refugiados que huyen por la carretera que une esta población con Ronda, la misma se encontraba asfaltada hasta la mitad, justamente hasta “El Madroño”. Entre los refugiados se encuentran un gran número de ciudadanos civiles y los dirigentes de los Comités Populares, afiliados a la U.G.T. y C.N.T., carabineros y milicianos, que salieron de la ciudad la misma noche del 16 de septiembre. Estos huidos tienen que recorrer como pueden este trayecto de casi 50 km a pie, en bestias, carruajes, camiones o automóviles, siendo instigados continuamente por la aviación del bando nacional.
El éxodo era multitudinario, ya que a los rondeños se sumaron también gentes de los pueblos de la parte noroeste de la Serranía y valle del Guadiaro: Montecorto, Arriate, Setenil, Benaoján, Montejaque, Jimera de Líbar, Cortes de la Frontera y Grazalema, que habían abandonado sus poblaciones, antes de la conquista de Ronda, por temor a la llegada de las tropas nacionales, en especial de las Tropas Moras sobre las que se había propagado una terrible fama de fiereza por todo nuestro territorio; muchos huían por miedo, sin haber hecho absolutamente nada, atemorizados por lo que se contaba y Queipo desde la radio alentaba.
San Pedro de Alcántara y la vecina colonia agrícola de El Ángel recibieron a más un millar de refugiados, entre los que había también mujeres, niños y ancianos –muchos de los hombres desde allí salían para volver a batallar en los frentes–. El Puerto del Madroño marcaba la línea divisoria entre las zonas del Frente Popular y Nacionales. Muchos de los refugiados quisieron volver a sus pueblos de procedencia, al reclamo de los bandos municipales y porque no querían seguir huyendo, pero estos regresos en muchas ocasiones les eran una vez y otra impedidos, considerándolos como desafectos y traidores, por esto también fueron asesinados algunos de ellos. Tal vez, el más importante de los refugios –según indica el historiador Pablo Benítez Gómez –que ha realizado un excelente estudio sobre la militarización de la Columna de “Pedro López”– fue la fábrica de azúcar y alcohol de San Pedro, en el Barrio del Ingenio, que también fue bombardeada por la aviación nacionalista.