Como en el resto de los lugares de España, durante los primeros días de julio, se venían vertiendo ciertos rumores sobre un movimiento militar inminente. La incertidumbre crecía en todos los sectores y el clima de confusión era generalizado. La fecha prevista oscilaba entre el 10 y el 20 de julio según recoge el hispanista Gabriel Jackson.
En el Congreso intercomarcal, ya citado, a celebrar en la ciudad de Ronda, entre los días 10 y 18 de julio, se llevaba en el orden del día en su punto trece el tema de ¿Cuál debe ser nuestra actitud en caso de guerra?, lo que da muestras de la preocupación reinante.
Según recoge Pablo Benítez, en su extraordinaria Tesis Doctoral, fruto de sus investigaciones sobre diversas causas en archivos judiciales, por declaraciones ante los jueces se sabe que los falangistas estaban avisados desde Málaga que el Golpe Militar era inminente y debías estar preparados para defender la causa nacional.
El 18 de julio, a las 17,00 horas la radió emitió en sus puestos la declaración del Estado de Guerra. Sin embargo, el inspector general de la Guardia Civil radió un telegrama con órdenes precisas de mantener absoluta lealtad y desoír las informaciones radiadas por el Instituto de Tetuán que había sido incautado por los rebeldes. Ante órdenes tan divergentes, en los cuarteles la confusión era absoluta.
Ya esa misma tarde del 18 de julio, en Ronda, se habían empezado a detener por orden del alcalde comunista, Francisco Cruz, a personas de derechas “sospechosas” de apoyar el Golpe.
Aquella misma noche, el alcalde convocó una reunión urgente a los concejales leales a la República. La situación era muy confusa: por un lado, las noticias de la radio decían que la sublevación había triunfado, por otro lado, los contactos con el Gobierno Civil de Málaga afirmaban que la revuelta había sido aplastada.
Quien sí lo hizo a favor de los sublevados fue el teniente coronel Oliver (jefe Militar de la Zona)…