En el anterior episodio, nos quedábamos en que en la misma noche del 8 de febrero de 1937, cuando los nacionales entran en Málaga, los soldados Alarcón, Serrato y Aceituno encontraron la mano en la Comandancia Militar, guardada en la parte baja de un armario del despacho del Jefe de esta Comandancia Militar de Málaga, Coronel Villalba Rubio. Aunque existen otras versiones que también comentaremos. La Santa Mano, tras su hallazgo, fue llevada hasta Burgos, donde fue reconocida por un fraile carmelita ante el Capellán y el Arzobispo de Burgos, que hasta entonces desconocían su existencia.
Posteriormente fue trasladada a Salamanca, solicitada por Franco. El entonces Jefe de Estado convirtió la Mano insigne de Santa Teresa en su reliquia más preciada. El Generalísimo solía llevarla consigo en sus viajes y la guardaba en un lugar destacado de su residencia sobre un pequeño altar, de donde era trasladada a veces a su propio dormitorio. Franco no escondió en ningún momento que mantenía en su poder la reliquia, incluso en carta enviada al entonces Obispo de Málaga, por su secretario personal, reconocía la propiedad de la Santa Mano de las carmelitas rondeñas.
Cuando murió el 20 de noviembre de 1975, después de cuatro décadas, la mano incorrupta de Santa Teresa fue devuelta a las Carmelitas. Carmen Polo la entregó en un acto organizado al efecto el miércoles 10 de diciembre de 1975. Llegaría a Ronda el 21 de enero de 1976. Tras un paréntesis de 39 años, la Mano Santa volvió a la sencillez de su muros del Convento de la Meced de Ronda, donde actualmente sigue custodiada por las Carmelitas Descalzas que allí albergan su clausura.