Por la oposición y repulsa que Peinado manifiesta a las acciones criminales que se estaban llevando a cabo por el Comité Central de Almería, este se sentía repudiado por sus miembros. La unidad del Frente Popular se hacía añicos: era su gobernador republicano, que decían acatar, pero al que no obedecían para nada. El Comité actuaba por su cuenta ignorando por completo la autoridad de Juan Peinado: detenciones ilegales, fusilamientos sin juicio, amenazas a los militantes de Izquierda Republicana… incluido el propio Peinado al que acusaban de derechista. El Comité Central había usurpado ilegalmente todas la funciones que en derecho le correspondía al Gobernador.