En el episodio anterior nos quedamos en el momento que Ramiro reconoce a Hinzara en la comitiva de un auto de fe por las calles de Ronda, camino de la hoguera, pena de muerte impuesta por la Inquisición, y como le ruega misericordia al inquisidor mayor.
Contamos el desenlace de esta trágica leyenda de amor, que es la que le da el nombre de El Duende a todo el paraje. Lugar muy transitado desde tiempo inmemorial, del que da fe este viajero romántico Charles Rochfort Scott, en 1825, que lo visitó y sobre el que le contaron esta leyenda, bien conocido por los campesinos, aunque raras veces lo visitaban los extranjeros, del que dice literalmente: “Largas reatas de mulas, cargadas de pellejos de cerdo con vino y aceite, coinciden aquí tan frecuente y tan copiosamente como las mismas aguas del río… Había, no obstante, en el lugar un aire extraño de soledad e incluso de misterio que excitaba mi curiosidad. Los temerarios arrieros se persignaban cuando se decidían a cruzar el pequeño puente; algunos, incluso, se arrodillaban delante de un crucifijo toscamente grabado en la madera saliente. Los pastores de cabras, más tímidos, daban un rodeo para no atravesar el santo lugar”.